Palomaleca

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—Ya te he dicho, Rosario, que no hay que pensar en el fin de las cosas… «La labor es nuestra, el fin es de Dios». Su deber es reunirse con su padre, y luchar con él… si son desgraciados, si no encuentran trabajo, si se ahogan en este amargo mar del destierro… eso no es cuenta suya, es asunto de Dios. Las palabras me serenan. Ya estoy segura de mi deber… y voy a él…
Celia en la revolución
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