Palomaleca

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Suena la sirena, un largo lamento de angustia, y el ruido de los tranvías se para, la luz eléctrica disminuye hasta que en la oscuridad de mi cuarto sólo percibo los hilos incandescentes que se apagan también: y el ruido de los motores que van muy bajos… y se los siente muy cargados… De súbito el silbido escalofriante y el estallido horrible… ¡Dios mío! ¡Dios mío! Ya se acerca…
Celia en la revolución
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