Una mañana, al bajar al Metro, percibo un aire nauseabundo, como de rebaño sucio… Los andenes están abarrotados de gente, de colchones, de alforjas, de cestos… Son los fugitivos de Aragón. Todas las estaciones del Metro están lo mismo… Son pobres gentes que han huido de sus casas llevándose lo que han podido cargar sobre los hombros…




