Doblan por los mastines (Malaz: El libro de los caídos, #8)

by Steven Erikson

No hay mayor maldición que la esperanza.

Este libro acabará conmigo, lo sé, lo veo venir y estoy dispuesta aceptarlo.

El desastre con Draconus probablemente fuera lo que le dio el golpe de gracia. Figúrate, dejarse engañar por los trucos de una mujer... ¡y por una hija de Draconus nada menos! ¿Es que Osserc no sospechaba ni un poco de sus motivaciones? ¡Ja! Los machos de todas las especies son tan... predecibles.

YoJAJAJJAJ

—El hombre recuerda lo que lee. Eso lo hace verdaderamente peligroso, por no mencionar tedioso en ocasiones.

—Entonces, es un necio. —Nosotros, la gente joven, solemos serlo. Deberíamos decírselo.

Vivir durante siglos terminaba siendo un tormento, una carga imposible. Esas criaturas se quemaban rápido.

Recordó la ira de Anomander Rake, y cómo podía retenerla en sus ojos como un demonio encadenado a su voluntad, incluso de pie e inmóvil, incluso cuando hablaba en un tono calmoso, casi aburrido. Una sola palabra, un nombre.

AHHHHHHHHHH COMO LO AMO JAJAJAJ

—«Todas las crueldades posibles son inevitables» —dijo Nimander—. «Todo crimen imaginable ha sido cometido.» —Citando a Andarist de nuevo.

Aunque la trama de los Tiste jovenes no me termina de gustar, Nimander me va ganando poco a poco

El Hijo de la Oscuridad no era alguien dado a obsesionarse; de hecho, ninguno de los tiste andii lo era, ¿y no era esa su debilidad fundamental? ¿Esa falta de voluntad?

—¡Porque así podré devolverle su maldito caballo!, ¡por eso!

AHHH KARSA

—Yo también te he echado de menos, Piedra.

AhHH COMO LES QUIERO

Los niños eran los soldados perfectos, los asesinos perfectos. No tenían sentido de la mortalidad. No temían a la muerte.