More on this book
Community
Kindle Notes & Highlights
Debí haberla juzgado por sus actos y no por sus palabras. Ella me alegraba y me daba aroma. Nunca debí huir. Tendría que haber adivinado su ternura, tras sus inocentes mañas. Las flores son tan contradictorias! Pero yo era demasiado joven para saber amarla.
Hay que exigirle a cada uno aquello que es capaz de hacer o de dar –replicó el rey. –La autoridad debe basarse sobre la razón.
Dónde están los hombres? –exclamó por fin el principito. –Estamos un poco solos en el desierto... –También está uno solo entre los hombres –dijo la serpiente.
Hay una flor...; y me parece que me ha domesticado.

