Cabe aclarar que las aves, en efecto, tienen una personalidad propia. Algunos científicos evitan utilizar tal término, por sus matices antropogénicos, y prefieren hablar de temperamento, estrategias de afrontamiento o de superación o de síndrome conductual. Sin embargo, al margen de la expresión que se emplee, lo cierto es que cada ave se comporta de un modo estable y coherente a lo largo del tiempo y en distintas circunstancias, tal como hacemos nosotros.