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July 18, 2019 - April 22, 2020
—Yo sé quién soy —respondió don Quijote—, y sé que puedo ser,
el amor y la guerra son una misma cosa, y así como en la guerra es cosa lícita y acostumbrada usar de ardides y estratagemas para vencer al enemigo, así en las contiendas y competencias amorosas se tienen por buenos los embustes y marañas que se hacen para conseguir el fin que se desea, como no sean en menoscabo y deshonra de la cosa amada.
también los pobres virtuosos y discretos tienen quien los siga, honre y ampare como los ricos tienen quien los lisonjee y acompañe.
ollas de Egipto,[42]
el amor es todo alegría, regocijo y contento, y más cuando el amante está en posesión de la cosa amada, contra quien son enemigos opuestos y declarados la necesidad y la pobreza;
opinión fue de no sé qué sabio que no había en todo el mundo sino una sola mujer buena, y daba por consejo que cada uno pensase y creyese que aquella sola buena era la suya, y así viviría contento.
la buena mujer no alcanza la buena fama solamente con ser buena, sino con parecerlo,[9] que mucho más dañan a las honras de las mujeres las desenvolturas y libertades públicas que las maldades secretas.
Si traes buena mujer a tu casa, fácil cosa sería conservarla y aun mejorarla en aquella bondad; pero si la traes mala, en trabajo te pondrá el enmendarla, que no es muy hacedero pasar de un extremo a otro. Yo no digo que sea imposible, pero téngolo por dificultoso.
«El buey suelto bien se lame».[12]
esta que llaman necesidad adondequiera se usa y por todo se extiende y a todos alcanza, y aun hasta los encantados no perdona;
menos mal hace el hipócrita que se finge bueno que el público pecador.
aparte la imaginación de los sucesos adversos que le podrán venir, que el peor de todos es la muerte, y como ésta sea buena, el mejor de todos es el morir. Preguntáronle a Julio César, aquel valeroso emperador romano, cuál era la mejor muerte: respondió que la impensada, la de repente y no prevista;[34] y aunque respondió como gentil y ajeno del conocimiento del verdadero Dios,[35] con todo eso dijo bien, para ahorrarse del sentimiento humano.
Todo es morir, y acabose la obra;
que el que lee mucho y anda mucho ve mucho y sabe mucho.
solo Dios está reservado conocer los tiempos y los momentos,[40] y para Él no hay pasado ni porvenir, que todo es presente.
el tiempo, descubridor de todas las cosas, no se deja ninguna que no la saque a la luz del sol, aunque esté escondida en los senos de la tierra.
«operibus credite, et non verbis»,[48]
Ayer fui señor de España, y hoy no tengo una almena que pueda decir que es mía.[29]
el tomar venganza injusta, que justa no puede haber alguna que lo sea, va derechamente contra la santa ley que profesamos, en la cual se nos manda que hagamos bien a nuestros enemigos y que amemos a los que nos aborrecen,[23] mandamiento que aunque parece algo dificultoso de cumplir, no lo es sino para aquellos que tienen menos de Dios que del mundo y más de carne que de espíritu; porque Jesucristo, Dios y hombre verdadero, que nunca mintió, ni pudo ni puede mentir, siendo legislador nuestro, dijo que su yugo era suave y su carga liviana,[24]
Cuando el valiente huye, la superchería está descubierta,
el mal ajeno de pelo cuelga,[7]
Dios lo remedie, que todo este mundo es máquinas y trazas,[29] contrarias unas de otras. Yo no puedo más.
Volvieron a sus bestias, y a ser bestias,[31] don Quijote y Sancho, y este fin tuvo la aventura del encantado barco.
al buen pagador no le duelen prendas,
una de las ventajas mayores que llevan los príncipes a los demás hombres es que se sirven de criados tan buenos como ellos.
caballero soy, y caballero he de morir,
Unos van por el ancho campo de la ambición soberbia, otros por el de la adulación servil y baja, otros por el de la hipocresía engañosa, y algunos por el de la verdadera religión; pero yo, inclinado de mi estrella, voy por la angosta senda de la caballería andante, por cuyo ejercicio desprecio la hacienda, pero no la honra.
Si yo pudiera sacar mi corazón y ponerle ante los ojos de vuestra grandeza, aquí sobre esta mesa y en un plato, quitara el trabajo a mi lengua de decir lo que apenas se puede pensar, porque Vuestra Excelencia la viera en él toda retratada;[24]
Dulcinea es hija de sus obras, y que las virtudes adoban la sangre, y que en más se ha de estimar y tener un humilde virtuoso que un vicioso levantado,[30]
nadie nace enseñado, y de los hombres se hacen los obispos, que no de las piedras.

