El aburrimiento llegaba más a menudo a mí que esa frustración que sienten los perfeccionistas cuando no alcanzan la nota deseada. Escogía un disciplina, la practicaba al punto de dominarla, y seguía adelante. Nunca perfeccioné. Nunca supe si atribuir esta conducta a la malaventura por descubrir mi verdadera pasión o una simple obsesión por querer hacerlo todo. En mi cabeza siempre metía la siguiente actividad en la caja de Schrödinger: podía estar tanto mejor como peor.
Alf Bojórquez liked this