Diana, con una expresión de inocencia e ingenuidad hace una gesto de desaprobación. —Por favor, ¿acaso me culpas a mi de hacer que el cincuenta por ciento de las importaciones de tu empresa vengan de Estados Unidos, para luego alterar las elecciones de todo un país, logrando que un muñeco de cera misógino y antimexicanos se haga presidente, y así hacer que tu empresa se viniera abajo? ¿Todo esto para alterar el destino de tu vida a mi placer? —toma aire para seguir hablando—. Pff... es posible. Su sarcasmo colisiona con mi temperamento.
