Lorena

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Lamento sincera y profundamente la desdicha de las circunstancias en las que ahora te encuentras, y mi corazón no es capaz de añadir mi propia condena a la condena que te rodea. Tengo que proteger mi familia, y mi nombre, y cada vez que están en juego esas instituciones me convierto en un cobarde. Olvídame, bella chiquilla. Ya no vivo aquí. Me he vuelto a casa. Pero que Dios siga siempre contigo y con tu hijo. Que Dios no se porte tan mal como José.»
Desayuno en Tiffany's
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