El surf moderno es heredero de esta historia terrible, y si ha sobrevivido, fue gracias a unos pocos hawaianos, sobre todo Duke Kahanamoku, que mantuvieron viva la antigua práctica del he’e nalu. Kahanamoku ganó una medalla de oro de natación en los Juegos Olímpicos de 1912, se convirtió en una celebridad internacional y empezó a realizar exhibiciones de surf por todo el mundo. Y poco a poco, el surf volvió a practicarse en varias zonas costeras en las que había buenas olas y personas con los medios suficientes para cabalgarlas.