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June 1 - July 20, 2018
Intenta persuadirles; pero obra, incluso contra su voluntad, siempre que la razón de la justicia lo imponga. Sin embargo, si alguien se opusiera haciendo uso de alguna violencia, cambia a la complacencia y al buen trato, sírvete de esta dificultad para otra virtud y ten presente que con discreción te movías, que no pretendías cosas imposibles.
Aquellas cosas hacia las que nos movemos, llegan a producirse.
El que ama la fama considera bien propio la actividad ajena; el que ama el placer, su propia afección; el hombre inteligente, en cambio, su propia actividad.
Acostúmbrate a no estar distraído a lo que dice otro, e incluso, en la medida de tus posibilidades, adéntrate en el alma del que habla.
Lo que no beneficia al enjambre, tampoco beneficia a la abeja.
Nadie te impedirá vivir según la razón de tu propia naturaleza; nada te ocurrirá contra la razón de la naturaleza común.
Y si, como es natural, puedo, ¿a qué turbarme? Lo que está fuera, de mi inteligencia ninguna relación tiene con la inteligencia.
el mérito de cada uno es tanto mayor cuanto meritoria es la tarea objeto de sus afanes.
No te inquiete el futuro; pues irás a su encuentro, de ser preciso, con la misma razón que ahora utilizas para las cosas presentes.
Todas las cosas se hallan entrelazadas entre sí y su común vínculo es sagrado y casi ninguna es extraña a la otra, porque todas están coordinadas y contribuyen al orden del mismo mundo.
Propio del hombre es amar incluso a los que tropiezan. Y eso se consigue, en cuanto se te ocurra pensar que son tus familiares, y que pecan por ignorancia y contra su voluntad, y que, dentro de poco, ambos estaréis muertos y que, ante todo, no te dañó, puesto que no hizo a tu guía interior peor de lo que era antes.
Cada vez que alguien cometa una falta contra ti, medita al punto qué concepto del mal o del bien tenía al cometer dicha falta. Porque, una vez que hayas examinado eso, tendrás compasión de él y ni te sorprenderás, ni te irritarás con él.
Contempla el curso de los astros, como si tú evolucionaras con ellos, y considera sin cesar las transformaciones mutuas de los elementos. Porque estas imaginaciones purifican la suciedad de la vida a ras de suelo.
La perfección moral consiste en esto: en pasar cada día como si fuera el último, sin convulsiones, sin entorpecimientos, sin hipocresías.
Cuando hayas hecho un favor y otro lo haya recibido, ¿qué tercera cosa andas todavía buscando, como los necios?
Y sea suficiente para ti vivir el resto de tu vida, dure lo que dure, como tu naturaleza quiere. Por consiguiente, piensa en cuál es su deseo, y nada más te inquiete.
¿Qué principios? Los concernientes al bien y al mal, en la convicción de que nada es bueno para el hombre, si no le hace justo, sensato, valiente, libre;
Ten presente que cambiar de criterio y obedecer a quien te corrige es igualmente acción libre. Pues tu actividad se lleva a término de acuerdo con tu instinto y juicio y, particularmente además, de acuerdo con tu propia inteligencia.
Habla, sea en el Senado, sea ante cualquiera, con elegancia y certeramente. Utiliza una terminología sana.
33. Recibir sin orgullo, desprenderse sin apego.
Si te afliges por alguna causa externa, no es ella lo que te importuna, sino el juicio que tú haces de ella. Y borrar este juicio, de ti depende.
Te matan, despedazan, persiguen con maldiciones. ¿Qué importa esto para que tu pensamiento permanezca puro, prudente, sensato, justo? Como si alguien al pasar junto a una fuente cristalina y dulce, la insultara; no por ello deja de brotar potable. Aunque se arroje fango, estiércol, muy pronto lo dispersará, se liberará de ellos y de ningún modo quedará teñida. ¿Cómo, pues, conseguirás tener una fuente perenne [y no un simple pozo]? Progresa en todo momento hacia la libertad con benevolencia, sencillez y modestia.
El que no sabe lo que es el mundo, no sabe dónde está. Y el que no sabe para qué ha nacido, tampoco sabe quién es él ni qué es el mundo.
Los hombres han nacido los unos para los otros. Instrúyelos o sopórtalos.
El que comete injusticias es impío. Pues dado que la naturaleza del conjunto universal ha constituido los seres racionales para ayudarse los unos a los otros, de suerte que se favoreciesen unos a los otros, según su mérito, sin que en ningún caso se perjudicasen, el que transgrede esta voluntad comete, evidentemente, una impiedad contra la más excelsa de las divinidades.
es propio de un hombre dotado de razón comportarse ante la muerte no con hostilidad, ni con vehemencia, ni con orgullo, sino aguardarla como una más de las actividades naturales. Y, al igual que tú aguardas el momento en que salga del vientre de tu mujer el recién nacido, así también aguarda la hora en que tu alma se desprenderá de esa envoltura.
Borrar la imaginación, contener el instinto, apagar el deseo, conservar en ti el guía interior.
Si puedes, dale otra enseñanza; pero si no, recuerda que se te ha concedido la benevolencia para este fin. También los dioses son benévolos con las personas de estas características. Y en ciertas facetas colaboran con ellos para conseguir la salud, la riqueza, la fama. ¡Hasta tal extremo llega su bondad! También tú tienes esta posibilidad; o dime, ¿quién te lo impide?
Sencilla y respetable es la misión de la filosofía. No me induzcas a la vanidad.
La pérdida no es otra cosa que una transformación. Y en eso se regocija la naturaleza del conjunto universal; según ella, todo sucede desde la eternidad, sucedía de la misma forma y otro tanto sucederá hasta el infinito.
Porque, al igual que estos miembros han sido hechos para una función concreta, y al ejecutar ésta de acuerdo con su particular constitución, cumplen su misión peculiar, así también el hombre, bienhechor por naturaleza, siempre que haga una acción benéfica o simplemente coopere en cosas indiferentes, también obtiene su propio fin.
La farsa, la guerra, el temor, la estupidez, la esclavitud, irán borrando, día a día, aquellos principios sagrados que tú, hombre estudioso de la naturaleza, te imaginas y acatas. Preciso es que todo lo mires y hagas de tal modo, que simultáneamente cumplas lo que es dificultoso y a la vez pongas en práctica lo teórico; y conserves el orgullo, procedente del conocimiento de cada cosa, disimulado, pero no secreto.
No sigas discutiendo ya acerca de qué tipo de cualidades debe reunir el hombre bueno, sino trata de serlo.
Ten presente que lo que te mueve como un títere es cierta fuerza oculta en tu interior; esta fuerza es la elocuencia, es la vida, es, si hay que decirlo, el hombre. Nunca la imagines confundida con el recipiente que la contiene ni con los miembros modelados en tomo suyo.
¿Cuál es tu oficio? Ser bueno. Y ¿cómo se consigue serlo, sino mediante las reflexiones, unas sobre la naturaleza del conjunto universal, y otras, sobre la constitución peculiar del hombre?
La esfera del alma es semejante a sí misma, siempre que, ni se extienda en busca de algo exterior, ni se repliegue hacia dentro, ni se disemine, ni se condense, sino que brille con una luz gracias a la cual vea la verdad de todas las cosas y la suya interior.
El hombre bueno, sencillo y benévolo tiene estas cualidades en los ojos y no se le ocultan.
«Si no son los átomos, es la naturaleza la que gobierna el conjunto universal.
Tres son las cosas que integran tu composición: cuerpo, hálito vital, inteligencia. De esas, dos te pertenecen, en la medida en que debes ocuparte de ellas. Y sólo la tercera es propiamente tuya.
y te ocupas en vivir exclusivamente lo que vives, a saber, el presente, podrás al menos vivir el resto de tu vida hasta la muerte, sin turbación, benévolo y propicio con tu divinidad interior.
El que no admite que el malvado cometa faltas, se asemeja al que no acepta que la higuera lleve leche en los higos, que los recién nacidos lloren, que el caballo relinche y cuantas otras cosas son inevitables. ¿Qué puede suceder cuando uno tiene una disposición tal? Si en efecto eres vehemente, cuida esa manera de ser.
Si no conviene, no lo hagas; si no es cierto, no lo digas; provenga de ti este impulso.
Que dentro de no mucho tiempo nadie serás en ninguna parte, ni tampoco verás ninguna de esas cosas que ahora estás viendo, ni ninguna de esas personas que en la actualidad viven. Porque todas las cosas han nacido para transformarse, alterarse y destruirse, a fin de que nazcan otras a continuación.
Porque la vanidad que se exalta bajo capa de modestia es la más insoportable de todas.
La salvación de la vida consiste en ver enteramente qué es cada cosa por si misma, cuál es su materia y cuál es su causa. En practicar la justicia con toda el alma y en decir la verdad. ¿Qué queda entonces sino disfrutar de la vida, trabando una buena acción con otra, hasta el punto de no dejar entre ellas el mínimo intervalo?