—El desierto es bello —añadió el principito. Era verdad; siempre me ha gustado el desierto. Puede uno sentarse en una duna, nada se ve, nada se oye y sin embargo, algo resplandece en el silencio... —Lo que más embellece al desierto —dijo el principito— es el pozo que oculta en algún sitio...

