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Soy un hombre invisible. No, no soy un trasgo de esos que atormentaban a Edgar Allan Poe ni uno de los ectoplasmas de vuestras películas de Hollywood. Soy un hombre real, de carne y hueso, con músculos y humores, e incluso podría afirmarse que tengo una mente.
Soy invisible simplemente porque la gente se niega a verme.
Cuando alguien se acerca a mí tan solo ve lo que me rodea, a sí mismo o productos de su imaginación... en definitiva, todo, cualquier cosa, menos a mí.
Además, quienes padecen ese defecto visual tropiezan continuamente conmigo. A menudo uno llega a dudar de su propia existencia. Se pregunta si no es más que un espectro en la mente de los otros, algo así como una imagen de pesadilla que el durmiente intenta con todas sus fuerzas aniquilar.
La luz confirma mi realidad, me da forma. En
y oí a Louis Armstrong preguntar inocentemente: ¿Qué he hecho para ser tan negro y estar tan triste?
Me costó mucho tiempo, y el dolor de ver frustradas mis esperanzas, llegar a comprender algo que al parecer todos saben al nacer: que tan solo soy yo. Pero antes tuve que descubrir que soy un hombre invisible.
No me avergüenzo de que mis abuelos fuesen esclavos. Únicamente me avergüenzo de mí mismo por haberme avergonzado en otro tiempo. Hace
cómo llegaba alguien a conocer su vida «bastante bien»?
Ya ha aprendido a reprimir no solo sus emociones, sino también su humanidad. ¡Es invisible, la personificación andante de lo Negativo, la más perfecta realización de sus sueños, señor! ¡El hombre mecánico!
desean decir una mentira al mundo, saben decirla tan bien que se convierte en verdad, y si yo les digo que mientes, ellos dirán a todo el mundo que mientes, aunque demuestres que dices la verdad. Y así será porque mi mentira es la clase de mentira que quieren oír...
Deja que los blancos se preocupen del orgullo y de la dignidad, y tú procura aprender cuál es tu lugar y adquiere poder, influencia y relaciones con gente poderosa e influyente. Cuando los tengas, quédate en la sombra y utilízalos.
es el momento de ofrecer consejos paternales —dijo—. Sin embargo, tendré que ahorrármelos, puesto que no me considero padre de nadie, excepto de mí mismo. Quizá este sea el mejor consejo: sé padre de ti mismo. Y recuerda que el mundo brinda posibilidades tan solo si sabemos descubrirlas.
franqueza es imposible debido a que todo cuanto nos mueve es impuro.
que jamás he podido seguir, creo que es un buen consejo. De nada sirve cerrar los ojos a la realidad. No se ciegue...
«Si uno no se cuida a tiempo, luego ya no hay remedio».
¿Qué me había perdido intentando hacer lo que los demás esperaban de mí en vez de lo que en realidad deseaba?
Nuestra tarea consiste en formar nuestra individualidad. La conciencia de la raza es una ofrenda gratuita que a ella hacen los individuos capaces de ver, valorar, registrar... Creamos la raza al crearnos a nosotros mismos, y entonces, ante nuestra sorpresa e incredulidad, resultará que habremos creado algo mucho más importante, es decir, habremos creado una cultura. Sí, una cultura.
—Podría explicarte que los políticos no pueden ser, ni son, personas individuales, pero no voy
—Lo dudo, hermano. Sin embargo, para inducir a un hombre a pensar nada hay más eficaz que el aislamiento.
Ahora sé que los hombres se diferencian entre sí, que la vida está infinitamente dividida y diversificada y que solo en la diversidad cabe hallar el verdadero equilibrio.
¿De dónde proviene esta pasión por la uniformidad? ¡La clave está en la diversidad! Si se respetara la diversidad entre los hombres, no habría tiranías.
«Ni vencedores ni vencidos», esta es la gran verdad de nuestro país y de cualquier otro país.