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no entiendo por qué me quieres amargar el día.
Es mi manera de aportar algo a nuestro pueblo, pero algo constructivo, sin dejar a mi paso un montón de huérfanos y viudas.
hermano maricón al que le importa tres cojones arrastrar nuestro apellido por el suelo. Por eso no vas nunca al pueblo, ¿verdad? —¿Quién te ha dicho que vivo con un hombre? —¿Qué más da? ¿Te crees que por estar en una cárcel española de exterminio no me llega información? —Vivo con la persona que me ama y a la que amo. Imagino que para ti hablo en chino. ¿Qué va a entender de amor un pistolero?
que se iba a suicidar.
la que le contó a Joxe Mari que él vivía en Bilbao con un hombre. ¡Valiente manera de guardar un secreto! Gorka se sintió traicionado por el único miembro de su familia en el que él confiaba, al que de verdad quería. No recriminó a su hermana por la indiscreción. Se despidió de ella con su habitual parquedad de gestos y palabras, pero desde entonces no ha vuelto a Rentería ni llama por teléfono.
Luego él le haría unos masajes de su gusto, ya sabes, con final feliz, aunque el hombre, el pobre hombre, mostraba en aquellos instantes disposición a cualquier cosa menos al placer.
de todos modos pensaba quitarse la vida. —Hoy mismo. No sé cómo. Ya se me ocurrirá la manera.
Gorka le pidió que se diera la vuelta. Le masajeó el pecho, el vientre; se detuvo en el pene hasta provocar la erección; siguió por los muslos;
la rápida, escasa, eyaculación de Ramuntxo.
el matrimonio entre personas del mismo sexo, obra del PSOE, partido que a Ramuntxo le producía una antigua e insuperable aversión, si bien en adelante se lo va a pensar y hasta puede que en las próximas elecciones, sin que sirva de precedente y no más que por mostrar gratitud, le dé su voto.
Ramuntxo y Gorka se casaron, como tantas otras parejas, por razones prácticas.
¿Habéis venido? Miren, voz cantante, con ese meneo enérgico suyo de cabeza: —¿Cómo no vamos a venir a la boda de nuestro hijo? ¿Es este mi yerno?
Me daría mucha pena llegar a conocerte tanto que no hubiera entre tú y yo un margen, aunque sea pequeño, para la sorpresa.
Nerea estuvo convencida de que Quique era estéril.
Me encanta el olor de tu entrepierna. Te follaría aquí mismo.