—Estoy pensando —dijo mientras seguía el movimiento que hacía mi lengua bajo el labio—, estoy pensando que te miro y siento que me estoy muriendo. Que no puedo respirar. Estoy pensando que la mitad de las veces en que te tengo cerca, no puedo concentrarme, y que esta habitación es demasiado chica para llevarte a la cama como es preciso. Sobre todo con las alas.

