El Arcoíris de Velaris brillaba como un puñado de joyas, brillaba como si la pintura de todas las casas se llenara de vida bajo la luz de la luna. —Esta es mi vista favorita de la ciudad —dijo Rhys, deteniéndose frente a la baranda de metal sobre el río y desde la que se veía el barrio de los artistas—. También era la favorita de mi hermana. Mi papá tenía que llevársela a la fuerza de Velaris.

