Estefanía Moreno

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Después llegó la oscuridad, suave, dulce; no, no era sombra, era un cuerpo cubierto de sudor que se detuvo frente a mí. Unos dedos amables me levantaron el mentón hasta que yo abrí los ojos y la vi… La cara de Rhysand. Las alas se habían envuelto alrededor de los dos, dejándonos dentro de un capullo; la luz del sol bañaba la membrana en oro y rojo.
Una corte de niebla y furia (Una corte de rosas y espinas, #2)
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