. Nosotros tenemos suerte de tenerlo a él, Feyre. —Me di vuelta desde la puerta. —En mi vida, conocí a muchos altos lores —siguió Amren, la vista fija en el papel—. Crueles, astutos, débiles, poderosos. Pero nunca uno que soñara. No como sueña él. —¿Sueños de qué? —jadeé yo. —Sueños de paz. De libertad. De un mundo unido, un mundo en flor. De algo mejor… para todos nosotros.

