Y durante la larga hora que siguió, seguí concentrada a medias en el alto lord cuyas manos, cuya boca, cuyo cuerpo me habían hecho sentir despierta…, me habían hecho sentir en llamas. Eso no me hacía olvidar, no borraba heridas ni dolores, solamente me hacía sentir… viva. Como si hubiera estado durmiendo durante un año dentro de un ataúd de cristal y él acabara de romperlo y me hubiera sacudido para que yo recuperara la conciencia. El

