More on this book
Community
Kindle Notes & Highlights
Siempre he padecido de sed de conocimientos y he vivido acosado por innumerables preguntas.
Creo que, en realidad, aquello que llamamos «aprender» no existe. Solo hay un conocimiento que está en todas partes, amigo mío, y es el Atmán. Se halla en mí, en ti, y en cada ser. Y empiezo a creer que este conocimiento no tiene peor enemigo que el querer saber, que el aprender.
esta liberación, producto de las búsquedas que llevaste a cabo en tu propio camino, la has conseguido a través del pensamiento, la meditación, el conocimiento y la iluminación. ¡No a través de una doctrina! En mi opinión, oh Sublime, nadie accede a la liberación a través de una doctrina.
—Eres inteligente, samana —dijo el Venerable—. Y sabes hablar con gran prudencia, amigo mío. ¡Más cuídate de una inteligencia excesiva!
Quiero aprender de mí mismo, ser mi propio discípulo, conocerme y penetrar en ese enigma llamado Siddhartha.»
¡Qué hermoso era el mundo para quien lo contemplaba así, sin ningún deseo de explorarlo, con una visión ingenua y de infantil simplicidad!
¡Qué hermoso y agradable era deambular así por el mundo, tan despreocupadamente y con el corazón abierto a todo lo inmediato, sin recelos de ningún tipo!
Bueno es escribir; pensar es mejor. Buena es la inteligencia; la paciencia es mejor.»
Aprisa cambia lo transitorio,
tres artes nobles e insuperables: ayunar, esperar y meditar. Esta había sido su fortuna, su poder y su fuerza, su más firme apoyo.
Pero de los misterios del río no vio más que uno ese día, un misterio que lo impresionó vivamente. Vio lo siguiente: aquella agua fluía y fluía sin cesar, y a la vez estaba siempre ahí, ¡era siempre la misma aunque se renovara a cada instante!
Lo primero que aprendió fue a escuchar, a prestar oído con el corazón en calma, con el ánimo abierto y expectante, sin apasionamiento, sin deseos, juicios ni opiniones.
También a ti te enseñó el río aquel secreto: que el tiempo no existe? Una clara sonrisa iluminó el rostro de Vasudeva. —Sí, Siddhartha —respondió—. Te estarás refiriendo sin duda a lo siguiente: que el río está a la vez en todas partes, en su origen y en su desembocadura, en la cascada, alrededor de la barca, en los rápidos, en el mar, en la montaña, en todas partes simultáneamente, y que para él no existe más que el presente, sin la menor sombra de pasado o de futuro.
Nada ha sido ni será; todo es, todo tiene una esencia y un presente.
Una cosa había aprendido del río, una sola cosa: esperar, tener paciencia, escuchar.
—Cuando alguien busca —dijo Siddhartha—, suele ocurrir que sus ojos solo ven aquello que anda buscando, y ya no logra encontrar nada ni se vuelve receptivo a nada porque solo piensa en lo que busca, porque tiene un objetivo y se halla poseído por él. Buscar significa tener un objetivo. Pero encontrar significa ser libre, estar abierto, carecer de objetivos.
la sabiduría no es comunicable. La sabiduría que un sabio intenta comunicar a otros suena siempre a locura.
El saber puede comunicarse, pero la sabiduría no. Es posible encontrarla, vivirla, dejarse llevar por ella y hasta hacer milagros con ella, pero comunicarla y enseñarla es imposible.
me parece bueno todo lo que existe: la vida no menos que la muerte, el pecado tanto como la santidad, la inteligencia no menos que la estupidez. Todo ha de ser así, todo no pide sino mi aprobación, mi buena voluntad, mi comprensión amorosa; y en ese caso es bueno para mí, solo podrá estimularme, nunca podrá hacerme daño.
aprender a amar al mundo y a no compararlo más con algún mundo deseado e imaginado por mí, con algún arquetipo de perfección inventado por mi cerebro, sino dejarlo tal como es, y amarlo e integrarme en él con gusto.
Analizar el mundo, explicarlo o despreciarlo acaso sea la tarea principal de los grandes filósofos. Yo, en cambio, lo único que persigo es poder amar al mundo, no despreciarlo, no odiarlo a él ni odiarme a mí mismo, poder contemplarlo (y con él a mí mismo y a todos los seres) con amor, admiración y respeto.
No en su palabra ni en su pensamiento veo su grandeza, sino en sus obras, en su vida.