Juan  Luis  Cordero

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Por supuesto usted, teniente, no podía siquiera sospecharlo. ¡Cómo iba a saberlo! Ha sido educado en un mundo completamente cerrado, muy peculiar, y se encuentra, además, en la edad dichosa en que uno no ha aprendido todavía a mirar con desconfianza todo lo que resulta extraño. Créame, por ser más viejo: no hay que avergonzarse porque de vez en cuando la vida lo engañe a uno; es más bien una bendición no tener todavía en la pupila esa mirada de mal ojo, agudísima y diagnosticara, y preferir de entrada ver a las personas y las cosas con confianza. De lo contrario, usted no hubiera podido ayudar ...more
La impaciencia del corazon
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