Joven y poco experimentado, hasta entonces siempre había considerado las ansias y las cuitas del amor como el peor tormento del corazón. Mas en aquel momento empecé a entrever que existe otro tormento, quizá más terrible, que el de anhelar y desear, a saber: el de ser amado en contra de la propia voluntad y no poder luchar contra esta pasión abrumadora. Ver a alguien a tu lado consumiéndose en el fuego de su deseo y quedarse quieto e impotente, sin encontrar la fuerza ni el poder ni la capacidad para arrancarlo de estas llamas. Quien ama sin ser correspondido puede a veces dominar su pasión,
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