Juan  Luis  Cordero

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esta sublevación denota también un cierto aumento del deseo de vivir y de curarse: cuanto con más fuerza y con más normalidad empieza a funcionar un organismo, con tanta más vehemencia quiere poner fin de una vez a su enfermedad. Créame, no queremos a los «buenos» pacientes, a los obedientes, tanto como usted se imagina. Son los que menos nos ayudan. Preferimos una voluntad rebelde, enérgica e incluso furiosa por parte del enfermo, pues por extraño que parezca estas reacciones en apariencia poco razonables a veces producen mayor efecto que nuestros más sabios medicamentos.
La impaciencia del corazon
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