Juan  Luis  Cordero

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Viene sólo por compasión, sí, sí, le creo... ¿Por qué quiere negarlo ahora? Usted es lo que se llama una «buena» persona y le gusta que mi padre lo considere como tal. Las «buenas personas» se compadecen de cualquier perro apaleado y de cualquier gato sarnoso..., ¿por qué no, también, de una inválida?
La impaciencia del corazon
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