En la cárcel el Chino había conocido al flaco Pura y ahí aprendió el oficio de joyero. Pura llevaba siete años preso porque había matado a un capitán, una noche, en el casino de oficiales de un destacamento de montaña, en Cobunco, dos días antes de salir de baja, a fines de marzo del 56. Nunca nadie supo por qué lo había matado y Pura jamás se lo explicó. Fue una suerte, en medio de la desgracia, que al Chino le tocara compartir la celda con el flaco Pura, que era uno de los mejores joyeros de la Argentina y que a los dieciocho años había sido primer oficial en el taller de Ricciardi. En seis
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