Y ahí fue donde Pura le regaló las joyas de la virgen y le dijo que tenía que largar todo e irse a Buenos Aires. Como si Pura fuera su padre, que siempre le estaba dando consejos que él no entendía, como si Pura le leyera el pensamiento o pudiera ver las imágenes que se le cruzaban por la cabeza cuando estaba asustado. Blanca ya lo engañaba o el Chino pensaba que Blanca ya lo engañaba y estaban a punto de separarse. Pura tenía una bolsita de cuero con la limadura de platino y de oro que había juntado en todos esos años, escondida en una figura hueca de la virgen de Luján. La había puesto en
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