Rainer Wagner se había acomodado en la camita turca y miraba el aire, cansado de hacer lista de caballos para completar la sección Hípicas del Buenos Aires-Seitung, un diario alemán que se editaba en La Plata desde los tiempos de la Segunda Guerra y que ahora salía, en realidad, tres veces por semana con noticias varias y una cátedra infalible en el hipódromo que, según decían, era lo único que explicaba su pervivencia. De vez en cuando en alguna carta de lector renacía una inocultable admiración por las hazañas del Tercer Reich. Wagner, único redactor y gerente del periódico, las dejaba pasar
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