La Terminal de ómnibus de Mar del Plata estaba vacía porque era fines de noviembre, pero las bombitas de luz de los negocios seguían prendidas como invitando a los clientes a entrar. El Chino anduvo por el hall y vio los viejos locales arruinados donde se ofrecían pulóveres y recuerdos del verano. Enfrente, sobre la recova, había una serie de negocios que estaban abiertos toda la noche. Boliches de compra y venta de oro y relojes y de cachivaches que la gente que había ganado a la ruleta le compraba de regalo a los hijos. Vendió el anillo. Se paró frente a la vidriera de una juguetería. La
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