Juan  Galindo Mantilla

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Entonces se miraron, atentos, expectantes, como en suspenso, una vez más. Porque en los últimos días no habían hecho otra cosa que adivinar los pasos en el zaguán y el golpe de la cerradura, las voces y las risas sofocadas, en la otra pieza. Y ahora volvían a imaginar la luz amarillenta que bajaba de la única bombita y alumbraba las paredes manchadas de humedad, la mesa contra la ventana de cortinas como telas de araña. Wagner hizo un gesto y los dos esperaron el silencio que venía siempre después que se habían sofocado las voces, después del último roce de las ropas contra el piso, del ...more
La invasión
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