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todos los retratos de personas son un retrato de Mona Lisa.
Mi pregunta, si la tenía, no era: «quién soy»,
yo no necesitaba clímax o revolución o algo más que el preamor, que es mucho más feliz que el amor.
plagiar una vida probablemente me daba seguridad precisamente porque esa vida no era mía: no era una responsabilidad para mí.
Solamente en la fotografía, al revelar el negativo, se revelaba algo que, fuera de mi alcance, era alcanzado por la instantánea: al revelar el negativo también se revelaba mi presencia de ectoplasma. ¿Es la fotografía el retrato de un hueco, de una ausencia, de una falta?
La vida, amor mío, es una gran seducción donde todo lo que existe se seduce. Aquella habitación que estaba desierta y, por eso, primariamente viva. Yo había llegado a la nada, y la nada era viva y húmeda.
De esa civilización solo puede salir quien tiene como función especial el salir: un sabio tiene el permiso, un sacerdote tiene el permiso. Pero no una mujer que ni siquiera tiene las garantías de un título. Y yo huía, con malestar huía.
Y a mí, ¿quién me querría hoy? ¿Quién está ya tan mudo como yo? ¿Quién, como yo, llamaba al miedo amor? ¿Al querer, amor? ¿Al necesitar, amor? ¿Quien, como yo, sabía que nunca había cambiado de forma desde el tiempo en que me habían dibujado en la roca de una caverna? Y al lado de un hombre y de un cachorro.
Por el polo de la más primordial alegría demoníaca, yo distinguía remotamente y por vez primera que existía realmente un polo opuesto. Estaba limpia de mi propia intoxicación de sentimientos, limpia hasta el punto de entrar en la vida divina que era una vida primaria enteramente desprovista de encanto, vida tan primaria como si fuese un maná caído del cielo y que a nada sabe: el maná es como una lluvia y no tiene sabor. Sentir ese sabor de la nada era mi condenación y mi alegre terror.
De pie ante la ventana, mis ojos descansaban por momentos en el lago azul que quizá no fuese más que un trozo de cielo.
Me volví de improviso hacia el interior de la habitación que, en su ardor, al menos no estaba poblado.
soy víctima del error: mi testimonio visual de un jarrón o de una silla es erróneo en varios puntos. El error es uno de mis modos fatales de trabajo.
La noche es nuestro estado latente. Es tan húmeda que nacen plantas. En las casas, las luces se apagan para que se oigan más nítidamente los grillos, y para que los saltamontes anden sobre las hojas casi sin tocarlas, las hojas, las hojas, las hojas; en la noche, la ansiedad suave se transmite a través del vacío del aire, el vacío es un medio de transporte.
El dolor no es el nombre verdadero de eso que la gente denomina dolor. Escucha: estoy segura de ello.
Es que, cuando nos amábamos, yo no sabía que el amor acontecía mucho más exactamente cuando no existía lo que llamábamos amor. Lo neutro del amor, era eso lo que nosotros vivíamos y despreciábamos.
Todo terminaría cuando acabase lo que denominábamos intervalo de amor; y porque iba a terminar, pesaba tembloroso con el propio peso de su fin ya en sí. Me acuerdo de todo eso como a través de un temblor de agua.
Piedad es ser hijo de alguien o de algo, pero ser el mundo es la crueldad.
El infierno mismo es el del amor. Amor es la experiencia de un peligro de pecado mayor, es la experiencia del fango y de la degradación y de la peor alegría. Sexo es el sobresalto de un niño.
Envié a mi ángel para que me despejase el camino delante y avisase a las piedras de que yo iba a llegar, y para que ellas se suavizasen ante mi incomprensión.
Ah, entonces por eso había sentido yo siempre una especie de amor por el tedio. Y un continuo odio. Porque el tedio es insípido y se parece a la cosa misma. Y no había sido lo bastante grande: solo los grandes aman la monotonía.
La flor no se hizo para que nosotros la miremos ni para que sintamos su perfume, y la miramos y la olemos. La Vía Láctea no existe para que sepamos de su existencia, pero la conocemos.
querer ser humano me parece demasiado bello.
si llego al final de este relato, iré, no mañana sino hoy mismo, a comer y a bailar al Top-Bambino, necesito condenadamente divertirme y distraerme. Me pondré, sí, el vestido nuevo azul, que me adelgaza
Mi voz es el modo en que busco la realidad; la realidad, antes de mi lenguaje, existe como un pensamiento que no se piensa, mas por fatalidad me he visto y me veo empujada a precisar saber lo que piensa el pensamiento. La realidad antecede a la voz que la busca, pero como la tierra antecede al árbol, pero como el mundo antecede al hombre, como el mar antecede a la visión del mar, la vida antecede al amor, la materia del cuerpo antecede al cuerpo, y a su vez, el lenguaje habrá precedido un día a la posesión del silencio.