Una vez había atrapado unas cuantas, en un frasco vacío de mayonesa, y me había dado cuenta de lo feas que son, parecían cucarachas con alas. Sin embargo habían sido bendecidas con la más pura justicia: quietas y sin volar, eran bichos que parecían plaga, pero cuando volaban y relampagueaban, eran lo más cercano a la magia, un presagio de hermosura y bondad.