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Ella sabía que parte del dolor no se va nunca; solo cabe aspirar a reprimirlo bajo una fachada de normalidad.
el mundo no se detiene para que uno pueda compadecerse de sí mismo. Un día te despiertas y te das cuenta de que tienes que seguir caminando, porque… porque no puedes hacer otra cosa.
Con los años había pensado a menudo en dicho instante, en lo efímero de la existencia y en lo impredecible del futuro, aun del más inmediato.
«El hombre sabio aprende de sus errores»