de pronto creyeron que les alegraría la vida. Cuando estamos relajados, sabemos que la comida no nos hace sentir mejor, pero esta lucidez se evapora cuando estamos estresados y el sistema de recompensa del cerebro nos grita: «¡Hay una tarrina grande de helado en la nevera esperándote!» El estrés nos señala en una dirección errónea, lejos de nuestra lúcida sabiduría,