Kivetz llama a este problema «hiperopia», un modo original de decir que sólo ven las distancias largas. Cuando tienen la promesa de recompensa delante de las narices, no ven más que el valor de retrasar la gratificación. Quienes sufren de hiperopia tienen un problema crónico de visión a distancias cortas, no ven el valor de darse hoy un placer. Es tan problemático como ser corto de vista; ambas cosas nos llevan a la larga a decepciones y a la infelicidad.