dieron una lección sobre el fenómeno del oso blanco. Los experimentadores les explicaron el rebote irónico y los animaron a no reprimir los pensamientos sobre comer chocolate. En su lugar, debían advertir cuándo deseaban comer chocolate y aceptar cualquier pensamiento o sentimiento que tuviera que ver con él, pero también debían recordar que no debían dejarse llevar por esos pensamientos y sentimientos. Aunque no intentaran controlar sus pensamientos, tenían que seguir controlando su conducta.