En la prueba, el tiempo esperado por un niño de 4 años pronosticaba su éxito académico y social al cabo de 10 años. Los que más esperaron fueron en el futuro los más populares, los que sacaron un promedio de las notas más alto y los que afrontaban mejor el estrés. También sacaron las puntuaciones del SAT (prueba de aptitud para entrar en la universidad) más altas, y realizaron mejor una prueba neuropsicológica sobre la función de la corteza prefrontal. Ser capaz de esperar 15 minutos para comer dos bombones de malvavisco era la medida perfecta de algo muchísimo más importante: ¿cómo afrontaría
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