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August 20 - September 6, 2018
La novela no es el género de las respuestas, sino el de las preguntas: escribir una novela consiste en plantearse una pregunta compleja para formularla de la manera más compleja posible, no para contestarla, o no para contestarla de manera clara e inequívoca; consiste en sumergirse en un enigma para volverlo irresoluble, no para descifrarlo (a menos que volverlo irresoluble sea, precisamente, la única manera de descifrarlo).
Ese punto ciego es lo que somos.
la literatura es un engaño o más bien una forma peculiar de engaño, en la que «quien engaña es más honesto que quien no engaña, y quien se deja engañar más sabio que quien no se deja engañar»;
Siempre o casi siempre ha sido así: la mejor literatura no es la que suena a literatura, sino la que no suena a literatura; es decir: la que suena a verdad. Toda literatura genuina es antiliteratura.
un género literario no sólo se distingue por las preguntas que formula sino también por las respuestas que da a esas preguntas.
La respuesta es que la novela no es un entretenimiento (o no sólo es eso); es, sobre todo, una herramienta de investigación existencial, un utensilio de conocimiento de lo humano.
la única obligación de una novela (o por lo menos la más importante) consiste en ampliar nuestro conocimiento de lo humano,
La novela necesita ser nueva para decir cosas nuevas; necesita cambiar para cambiarnos: para hacernos como nunca hemos sido.
La historia y la literatura persiguen en principio objetivos distintos; podríamos decir que ambas buscan la verdad, pero sus verdades son opuestas.
Leo Spitzer, la realidad «es susceptible de varias interpretaciones»;
es el lector, y no sólo el escritor, quien crea el libro.
un buen escritor es aquel que afronta un problema complejo y que, en vez de resolverlo, lo vuelve más complejo todavía (y un escritor genial es aquel que crea un problema donde antes de él no existía ninguno).
«Una obra es eterna —escribe Roland Barthes— no porque impone un sentido único a hombres diferentes, sino porque sugiere sentidos diferentes a un hombre único.»
los protagonistas de una novela son «yos hipotéticos» del autor,
«yos ex futuros», es decir, «eso que no somos, pero que podríamos llegar a ser o que pudimos haber sido», posibilidades no realizadas de nosotros mismos.
sólo las experiencias horribles suelen ser literariamente enriquecedoras—
Kean de Sartre: «Se juega a los héroes porque se es cobarde y a los santos porque se es malvado…»)
La auténtica literatura no tranquiliza: inquieta; no simplifica la realidad: la complica. Las verdades de la literatura, pero sobre todo las de la novela, no son nunca claras, taxativas e inequívocas, sino ambiguas, contradictorias, poliédricas, esencialmente irónicas.
«Toda idea falsa acaba con sangre —escribió Albert Camus—, pero se trata siempre de la sangre de los demás. Esto explica que algunos de nuestros pensadores se sientan libres de decir cualquier cosa.»
Milan Kundera, el novelista puede llegar a ser más conocido por sus opiniones políticas que por sus novelas, cuando lo mejor que tiene que decir lo dice con sus novelas, no con sus opiniones políticas.
el intelectual escribe sólo (o principalmente) con la parte racional del hombre, pero el novelista escribe con el hombre entero: con la parte racional y quizá sobre todo con la irracional (con sus pasiones, sus obsesiones, sus pesadillas y sus deseos).
es imposible ser un intelectual decente sin ser un hombre decente, porque, aunque haya rectitud moral sin rectitud política (dado que los hombres decentes no están exentos de cometer errores de juicio), no hay rectitud política sin rectitud moral (dado que existen los canallas de las buenas causas, pero las buenas causas siempre acaban contaminadas por los canallas).
las características que debería reunir nuestra sociedad perfecta; al final, después de muchas discusiones, hemos llegado a la conclusión de que en esa república ideal sólo hay tres personajes imprescindibles: un maestro, un médico y un hombre que dice No.
Berlin sostiene que no todos los valores perseguidos por la humanidad, ahora y en el pasado, son necesariamente compatibles entre sí;
del Quijote, su evidencia más profunda y revolucionaria, su absoluta genialidad, consiste en haber creado un mundo radicalmente irónico en el que no existen verdades monolíticas e inamovibles, sino en el que todo son verdades bífidas, ambiguas, precarias, poliédricas, tornasoladas y contradictorias.
el mundo en el que vivimos en Occidente tras el fracaso de los totalitarismos políticos del siglo XX, un mundo acosado por terribles problemas, carencias, injusticias, perplejidades y desafíos y en el que los dogmas falsarios pero tranquilizadores del monismo absolutista siguen teniendo un enorme poder, pero en el que hay cada vez más personas conscientes de que no existen soluciones globales, perfectas e inatacables, definitivas, o de que la única solución definitiva para todos los problemas consiste en asumir que no existe una solución definitiva o que la única solución definitiva es la
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