«¿Y qué habéis hecho vosotros hoy?», tuve ganas de preguntar, un tanto irritado por el hecho de que un neurocirujano como yo tuviera que verse obligado a esperar tras una jornada de trabajo tan exitosa. Pero entonces me dije que el valor de mi trabajo como médico sólo podía medirse a partir del valor de las vidas de los demás, y eso incluía a la gente que tenía delante en la cola de la caja.