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Además, aquella intervención se realizaba en el cerebro, el misterioso sustrato de todos los pensamientos y sentimientos, de todo lo importante en la vida del ser humano; un misterio tan grande, me parecía, como las estrellas en la noche y el universo que nos rodea.
Es posible que la angustia sea contagiosa, pero la confianza también lo
A los médicos les gusta hablar de «el arte y la ciencia» de la medicina. Es algo que a mí siempre me ha parecido bastante presuntuoso, y prefiero considerar lo que hago una forma de artesanía práctica.
Un famoso cirujano inglés comentó en cierta ocasión que un cirujano debe tener nervios de acero, el corazón de un león y las manos de una mujer.
me he vuelto más audaz con la experiencia.
sólo mediante la práctica interminable se aprende que, muchas veces, uno sale airoso de ciertas cosas que al principio parecían extremadamente aterradoras y complicadas.
La investigación en el campo de la psicología ha demostrado que la ruta más fiable hacia la felicidad personal es hacer felices a otros.
No me hacía ninguna gracia que me tuvieran esperando con un caso peligroso y difícil por delante. Empezar puntual, con todo donde debe estar, los paños quirúrgicos colocados de la manera exacta y el instrumental pulcramente dispuesto, es un método fundamental para
Como con cualquier cirugía, la cuestión consiste en un equilibrio de riesgos, tecnología sofisticada, experiencia y destreza... y un poco de suerte.
«¿Y qué habéis hecho vosotros hoy?», tuve ganas de preguntar, un tanto irritado por el hecho de que un neurocirujano como yo tuviera que verse obligado a esperar tras una jornada de trabajo tan exitosa. Pero entonces me dije que el valor de mi trabajo como médico sólo podía medirse a partir del valor de las vidas de los demás, y eso incluía a la gente que tenía delante en la cola de la caja.
Según los poetas, los ojos son las ventanas del alma, pero también lo son del cerebro: examinar la retina te da una idea clara del estado del encéfalo, ya que está conectada a él de forma directa.
Cuesta mucho aceptar que uno no puede hacer nada —añadí—. Pero ya sabes que la muerte no es siempre un mal resultado, y una muerte rápida puede ser mejor que una lenta.
Pero la responsabilidad entraña el miedo al fracaso, y los pacientes se convierten en una fuente de ansiedad y estrés, aunque ocasionalmente uno pueda sentirse orgulloso ante los éxitos.
Tengo menos miedo al fracaso: he llegado a aceptarlo y a sentirme menos amenazado por él, y confío en haber aprendido algo de los errores cometidos en el pasado, de modo que puedo arriesgarme a ser un poco menos objetivo. Además,
Operar es la parte más fácil, ¿sabe? —dijo finalmente—. Cuando uno llega a mi edad, se da cuenta de que todas las dificultades tienen que ver con la toma de decisiones.
ahora estoy más dispuesto a aceptar que dejar morir a alguien puede ser una opción mejor que operarlo cuando sólo hay una posibilidad muy pequeña de que esa persona pueda volver a valerse por sí misma.
A quien tiene un martillo, todo le parecen clavos,