Por ejemplo, un agente inmobiliario puede enseñarle primero la peor vivienda, sabiendo que esto le hará apreciar la siguiente casa o piso que verá después, y quizá le induzca a rascarse el bolsillo más a fondo. Un vendedor de coches sabe que poner un precio muy alto en la pegatina del coche en venta hará que el precio final y negociado parezca mejor que si no hubiera exagerado el precio inicial. Los vendedores saben que pueden manipular a los clientes si controlan lo que éstos comparan.