nadie puede jamás crecer en la gracia si no ha experimentado “comunión” habitual con Cristo. No tenemos que contentarnos con un conocimiento general ortodoxo de que la justificación es por fe y no por obras y que tenemos que poner nuestra confianza en Cristo. Tenemos que ir más allá. Debemos procurar tener una intimidad personal con el Señor Jesús, y tratar con él como el que trata con un amigo querido. Tenemos que comprender lo que es recurrir a él primero ante cada necesidad, hablar con él acerca de cada dificultad, consultar con él a cada paso, contarle a él todos nuestros sufrimientos,
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