Podría decir cuántos, para su sorpresa, descubren que el arrepentimiento y la conversión no son asuntos tan fáciles como suponían, y que cuesta “una gran suma” ser un verdadero cristiano. ¡Descubren que el hábito del orgullo, la indulgencia pecaminosa, el amor por lo que resulta fácil y la mundanalidad no son tan fáciles de abandonar como habían imaginado! ¡Y entonces, después de un esfuerzo débil, se dan por vencidos y parten del mundo sin esperanza, sin la gracia y sin ser aptos para encontrarse con Dios! Viven engañados toda la vida pensando que la fe cristiana sería algo fácil cuando se
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