Si queremos hacer las cosas bien, nunca nos avergoncemos de seguir los pasos de nuestro Señor Jesucristo. Trabajemos intensamente en pro de las almas de otros, si queremos y si tenemos la oportunidad. Instémosles a considerar sus caminos. Constriñámosles con santa intensidad a venir, a dejar sus armas y a entregarse a Dios (Mt. 11:12). Ofrezcámosles salvación, una salvación inmediata, lista, gratuita y plena. Mostrémosles a Cristo y todos los beneficios que tendrán cuando lo acepten. Pero en todo lo que hagamos, digamos la verdad y toda la verdad. No nos rebajemos a usar los ardides vulgares
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