Las fuerzas inglesas marcharon desde Londres a la campaña de Crimea como un cuerpo magnífico de hombres; pero muchos valientes perdieron su vida y nunca volvieron a ver la ciudad de Londres. Muy distinta será la llegada del ejército cristiano a “la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (He. 11:10). No faltará ni uno. Las palabras de nuestro gran Capitán darán prueba de ser ciertas: “De los que me diste, no perdí ninguno” (Jn. 18:9). ¡Esto sí que es bueno!