El Espíritu Santo. Cristo, sin duda, siendo Dios, está en todas partes —en nuestros corazones, en el cielo, en el lugar donde dos o tres se reúnen en su nombre—, pero hemos de recordar que Cristo, como nuestra Cabeza y Sumo Sacerdote, está a la diestra de Dios intercediendo especialmente por nosotros hasta su segunda venida y que Cristo realiza su obra en el corazón de las personas por medio de la obra especial de su Espíritu, a quien nos prometió enviar cuando partió del mundo (Juan 15:26).