Al hombre que no tiene más que una religión de domingo, cuyo cristianismo es como su ropa dominguera, para ponerse una vez por semana y luego dejarla a un lado, por supuesto que no le puede interesar “crecer en la gracia”. Nada sabe de cosas así; “para él son locura” (1 Co. 2:14). Pero a todo el que toma su alma realmente en serio y tiene hambre y sed en su vida espiritual, la pregunta tiene que tocarle poderosamente el corazón. ¿Progresamos en nuestra religión? ¿Estamos creciendo?