Afirmo, lo repito, que una fe simple y sencilla en Cristo salva al hombre, aunque nunca logre sentirse seguro, pero no digo que lo llevará al cielo con consolaciones fuertes y abundantes. Afirmo que lo llevará a puerto seguro, pero no que entrará a todo vapor, seguro y con regocijo. No me sorprendería que llegara azotado por los elementos y sacudido por las tempestades, casi sin darse cuenta de que está seguro, hasta que abre sus ojos en la gloria.