Las personas santas debieran apuntar a hacer todo bien y debieran avergonzarse de permitirse hacer algo mal, si pueden evitarlo. Al igual que Daniel, deben procurar no tener ningún cargo contra ellos, excepto su “relación con la ley de su Dios” (Dn. 6:5). Deben esforzarse por ser buenos cónyuges, buenos padres y buenos hijos, buenos patrones y buenos siervos, buenos vecinos, buenos amigos, buenos en privado y buenos en público, buenos en su lugar de trabajo y buenos en su hogar. Poco vale la santidad, si no lleva este tipo de fruto.