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está en la naturaleza humana evitar cambiar hasta que las cosas se ponen tan feas y nos sentimos tan mal que ya no podemos seguir como de costumbre.
Tenemos que sufrir una crisis, un trauma, una pérdida, una enfermedad o una tragedia para ponernos a analizar quién somos, qué estamos haciendo, cómo estamos viviendo, qué estamos sintiendo y en qué creemos o qué sabemos para cambiar de verdad.
En la física cuántica, el efecto observador afirma que allí donde pones la atención pones la energía.
Para poder cambiar debes modificar la imagen que tienes de ti y del mundo, para abrirte a nuevos conocimientos y experiencias.
Tus fallos del pasado vienen de un error: no te has comprometido a vivir asumiendo la verdad de que tus pensamientos tienen consecuencias tan importantes que crean tu propia realidad.
Si deseas obtener un nuevo resultado, debes suprimir el hábito de ser el mismo de siempre y reinventarte.
Porque los pensamientos son el lenguaje del cerebro, y los sentimientos el lenguaje del cuerpo.
Si tienes los mismos pensamientos y sentimientos, seguirás creando la misma realidad de siempre
ley de Hebb. Afirma básicamente que «las células nerviosas que se activan juntas se conectan juntas». La regla de Hebb demuestra que si activas repetidamente las mismas células nerviosas, cada vez que se activen les resultará más fácil hacerlo al unísono de nuevo. Y estas neuronas acaban desarrollando una relación duradera.
Cambiar es pensar más allá de cómo nos sentimos. Cambiar es actuar trascendiendo los sentimientos usuales que hemos memorizado.
Si vivimos siempre en el mismo estado tóxico de ira, en el mismo estado melancólico de depresión, en el mismo estado vigilante de ansiedad o en el mismo estado desmoralizador de baja autoestima, estas señales químicas repetitivas de las que he hablado presionan los mismos botones genéticos que acaban activando ciertas enfermedades.
es lógico que aunque «pensemos» o «creamos» vivir en el presente lo más probable es que nuestro cuerpo esté viviendo en el pasado.
Un estado de ánimo es un estado químico del ser, por lo general de corta duración, la expresión de una prolongada reacción emocional.
Se llama periodo refractario, es el tiempo que abarca desde el inicio de la liberación de estas sustancias hasta que el efecto disminuye.
Cuando el periodo químico refractario de una reacción emocional dura horas o días, es ya un estado de ánimo.
Un temperamento es una reacción emocional con un periodo refractario que dura de semanas a meses.
Pero cuando el periodo refractario de una emoción dura meses y años, esta tendencia se transforma en un rasgo de personalidad.
La sabiduría es la acumulación de conocimientos procedentes de experiencias que se repiten.
Un nuevo estado del ser crea una nueva personalidad, y una nueva personalidad produce una nueva realidad personal.
detrás de cada adicción hay alguna emoción memorizada que motiva la conducta.
Un recuerdo sin la carga emocional se llama sabiduría.
En el lenguaje tibetano meditar significa «conocer algo».
los bajísimos niveles de actividad registrados en el sueño profundo (ondas delta), el estado crepuscular entre el sueño profundo y el estado de vigilia (zeta) y el estado creativo e imaginativo (alfa), hasta las frecuencias superiores registradas durante los pensamientos conscientes (ondas beta) y las frecuencias más altas (ondas gama), vistas en estados elevados de conciencia.
Beta de rango bajo podría definirse como un estado de atención relajada e interesada
Beta de rango medio se genera cuando estás concentrado en un continuo estímulo exterior.
Los patrones de beta alta se observan en las situaciones estresantes, momentos en los que se producen en el cuerpo las peligrosas sustancias químicas del estado de supervivencia.